Vol 23 (2024) Publishing After Progress

 

Quitarnos las vendas de los ojos

Lucía Céspedes, PhD

École de Bibliothéconomie et des Sciences de l’Information

Chaire UNESCO pour la Science Ouverte, Consortium Érudit

Université de Montréal

[Revisora de ‘Publicación digital y preservación de los comunes. Una apuesta tecnológica latinoamericana’ por Sheila Godínez-Larios & Eduardo Aguado-López]

English Translation

Un clásico precepto de la educación y la pedagogía, al menos en sus vertientes críticas, es que el momento de la evaluación, más que una instancia de ‘rendición de cuentas’, debería operar como una oportunidad de aprendizaje para todas las partes involucradas. La evaluación por pares, pilar fundamental del proceso de publicación científica, parece, de un tiempo a esta parte, haberse desviado de esa concepción – si es que alguna vez la albergó. En efecto, el famoso mecanismo del double blind peer review, esto es, una revisión a doble ciego, donde ni evaluadores ni evaluados conocen las identidades del otro, siempre apuntó más a mantener valores como la objetividad, la ecuanimidad, y la rigurosidad en la ponderación del trabajo ajeno.

Sin embargo, los actuales malestares que agitan al mundo académico parecen señalar que, aunque este sistema es el más aceptado que se ha desarrollado hasta el momento, no está exento de flancos débiles. Editores de todas partes del mundo advierten la creciente dificultad en conseguir investigadores que presten, de manera voluntaria y ad honorem, y a cambio de un magro reconocimiento simbólico, su tiempo y experticia para dictaminar si un trabajo es publicable o no. Además, en la evaluación se pueden colar sesgos que no tienen que ver con la ciencia en cuestión, como los lingüísticos, perjudiciales para los académicos que escriben para publicar en sus segundas, terceras, o incluso cuartas lenguas. En el peor de los casos, el anonimato habilita críticas más destructivas que constructivas.

En este contexto, es bienvenida toda iniciativa que se atreva a romper los moldes y que busque restituir la dimensión formativa, dialógica y humana de la evaluación científica. Tal fue mi experiencia – la primera en mi trayectoria – como revisora en abierto para Culture Machine Vol. 23 ‘Publishing after Progress’. No solo se trató de una evaluación en la que tanto los autores como yo estuviéramos mutuamente al tanto de nuestras respectivas identidades. Si este fuera el caso, pero la comunicación hubiera estado mediada por un editor o limitada a una plataforma, la innovación sería poca. Conocer al evaluador pero no poder entrar en contacto podría constituir una fuente de ansiedad extra para quienes están presentando su trabajo, a la vez que podría dar lugar a arbitrariedades en la evaluación. En cambio, la editora de Culture Machine actuó como una especie de matchmaker inicial, y luego se retiró con gracia para permitir el intercambio al interior del pequeño grupo conformado por Sheila, Eduardo y yo.

Una vez establecido ese primer contacto, tuvimos plena libertad para darnos la forma de trabajo que encontráramos más conveniente. Al conocer a mis interlocutores, fui capaz de situar el artículo propuesto dentro de sus líneas de investigación, y comprender la posición epistémica y política de la cual surgía este trabajo. Comencé mi evaluación escribiendo todos mis comentarios sobre el manuscrito (que fueron muchos) con unos destinatarios y un objetivo en mente: cómo llegar juntos a la mejor versión posible de este texto. A la vez, me tranquilizaba saber que cualquier malentendido que pudiera surgir sería solventado hablando, que, se sabe, es como se entiende la gente. Así, luego de mi primera lectura y devolución, tuvimos un encuentro (virtual), en donde realizamos una suerte de meta-comentario sobre mis observaciones. En esa conversación negociamos puntos de vista y argumentos, posibilidades y expectativas, fechas y caminos a seguir. En esa conversación acerca de infraestructuras abiertas, inequidades globales, sistemas de publicación, y formatos de escritura académica tampoco faltaron las risas, porque una rigurosa discusión científica, teórica y metodológica no tiene por qué oponerse ni excluir la cordialidad y el buen humor. Al contrario.

El texto que hoy tienen en sus manos es fruto de un proceso abierto, más que de evaluación, de co-construcción, que encontré sumamente enriquecedor. Es esperable que diferentes variantes u opciones de esta modalidad editorial deban ensayarse antes de estabilizarse y ser aceptadas y adoptadas de manera más o menos masiva. El tiempo dirá si representan una mejoría respecto al modelo tradicional de revisión ciega. Pero, a priori, considero que el momento es oportuno para, como académicos, atrevernos a quitarnos las vendas de los ojos.