Vol 21 (2022) Antropoficciones

 

Relacionalidades humano-artefactuales. Lecturas de otra filosofía de la técnica

Natalia Fischetti

Abstract

Every epistemology refers to ontology. Relational ontologies question disciplinary knowledge and bet on multi-agential overlaps and entanglements between human beings and artifacts. This article interlinks some bets arising from a feminist, neomaterialist and posthumanist philosophy of technics, which I regard as a dialogical compost for technoscience: I connect Karen Barad’s agential realism and its category of intra-action with Lucy Suchman’s notion of interdependence, Judy Wajcman’s proposal of a technofeminist co-constitution with María Puig de la Bellacasa’s matters of care, and all, of course, with Donna Haraway’s response-ability. That is, I regard all these bets as sympoietically intertwined, and generative of each other. Far from being static, apparatuses reconfigure the world given by Barad’s material-discursive intra-actions, performativities open to rearticulations, relationalities that produce phenomena in the dynamic agency of the world. Suchman aims to understand this mutual constitution of agency between humans and artifacts in their dynamic and interdependent relationships, while identifying the differences and particularities that distinguish the specific assemblages of humans and non-humans. Aware to these sociomaterial practices, Wajcman sustains the mutual constitution of gender and technoscience from what she calls technofeminism. For Puig de la Bellacasa, the interdependence between humans and artifacts is assumed from a commitment to care practices coupled with the sociotechnical relationships of things, human and non-human. Haraway exhorts us to response-ability in practices attending to situated technological projects and their people. In a relational material-semiotic world it is necessary to think with situated relational categories. In any case, it is about feminist epistemological policies committed to the present, of intertwined configurations, affinities and articulations to continue with the problem of thinking about technoscience for other possible worlds.

Keywords: feminisms- relational ontologies-epistemology-politics-techno-science

No estamos solxs en el mundo

A algunas personas les encanta dividir y clasificar, mientras que otras tienden puentes, tejiendo relaciones que convierten una división en un contraste vivo, uno cuyo poder es afectar, producir pensamiento y sentimiento.

(Isabel Stengers, Reclaiming Animism)

10. Practicar el pensamiento en su plena función: indisociablemente ética, estética, política, crítica y clínica. Es decir, re-imaginar el mundo en cada gesto, palabra, relación con el otro (humano y no humano), modo de existir –siempre que la vida así lo exija-.

(Suely Rolnik, Esferas de la insurrección)

¿Cómo seguir pensando/actuando en/para/sobre este mundo sin caer en la desesperanza y la desesperación? La clave de una posible respuesta está en una preposición faltante: con. Se trata de pensar/actuar con los feminismos neomaterialistas, con otrxs humanos y no humanos, animales, seres vivos, seres, artefactos, aparatos y cosas en relacionalidades recíprocas de diversas disimetrías, en intra-acción e interacción, mutualidad, co- producción e interdependencia. Frente a mundos distópicos los que la tecnología tomaría el (des)control, se trata de co- pensar/sentir/actuar en un aquí y ahora situado y comprometido. Otra filosofía de la tecnología, feminista, se teje en el múltiple hilo epistemógico/ontológico/ético/político para entramarse en relaciones responsables. (2)

Los feminismos neomaterialistas posthumanos convocan una ontología que asume que los seres no preexisten a sus relaciones y el cuidado es de por sí relacional, una condición de la interdependencia de los holoentes, propone Donna Haraway (2019: 101), que se (re)articulan y (re)configuran de formas múltiples en mundos parciales. Aquí otra filosofía de la técnica aporta categorías para comprometernos en el enredo multiagencial de humanos y no humanos: Karen Barad, Lucy Suchman, María Puig de la Bellacasa, Judy Wajcman y Donna Haraway configuran juntas otra tecnociencia. Todas ellas se leen, reescriben y citan entre sí en un compost productivo en el que el pensamiento es pensamiento con otrxs y las categorías ontológico/epistemológicas se entrelazan con las ético/políticas en capas de humus vivificante.

Aparatos: intra-acciones que importan

La separación de la epistemología de la ontología es una reverberación de una metafísica que asume una diferencia inherente entre humano y no humano, sujeto y objeto, mente y cuerpo, materia y discurso. La onto-epistemo-logía, el estudio de las prácticas de conocer en el ser, es probablemente una mejor manera de pensar sobre el tipo de entendimientos que se necesitan para llegar a un acuerdo acerca de la importancia de las intra-acciones específicas.

(Barad, 2015: 213. Trad. propia)

Karen Barad propone una ontología relacional que denomina realismo agencial (agential realism) basada en intra-acciones entre humanos y no humanos. Su trabajo intra-disciplinario involucra saberes de las ciencias sociales, las humanidades y la física. En particular de la física de Niels Bohr para quien no habría límites precisos entre las cosas y las palabras, ni propiedades y significados, respectivamente, determinados inherentemente. Se desprende que las “cosas” no son las entidades ontológicas básicas, como asumía la teoría atómica, proponiendo alternativamente la teoría del quantum con su intrínseca dinámica relacional. El lenguaje no es representación de un estado de cosas ni la medición puede representar estados independientes del ser. La apelación a la física cuántica le permite a Barad cruzar las fronteras disciplinares y establecer, frente a cualquier intento de representacionalismo, una teoría de intra-acciones, desde una hipótesis onto-epistemológica de las prácticas discursivas y la performatividad de la materia en los fenómenos, ya no escindidas desde la lógica de la causalidad. Intra-acciones, no interacciones o causalidades que suponen una constitución previa de sujetos/objetos/individuos/palabras/ cosas/humanos/no humanos, anterior a la agencia común que hace posible performatividades posthumanistas. Si la “interacción” asume la existencia previa de entidades distintas, sujetos propios de una metafísica del individualismo y objetos discretos con características inherentes que se relacionan ya sea competitiva o cooperativamente, en cambio,

El neologismo “intra-acción” significa la constitución mutua de agencias enredadas. Es decir, en contraste con la “interacción” habitual, que asume que hay agencias individuales separadas que preceden a su interacción, la noción de intra-acción reconoce que las agencias distintas no preceden, sino que emergen a través de su intra-acción. Es importante señalar que las agencias “distintas” sólo son distintas en un sentido relacional, no absoluto, es decir, las agencias sólo son distintas en relación con su entrelazamiento mutuo; no existen como elementos individuales.

(Barad, 2007: 33. Trad. Propia. Cursivas en el original)

Nos importa aquí además su noción de aparato (apparatus) en tanto máquina o artefacto sin intencionalidad, sin función específica humanamente agenciada. Los aparatos no son arreglos estáticos sino reconfiguraciones dinámicas del mundo dadas por intra-acciones, performatividades abiertas a rearticulaciones, relacionalidades que producen fenómenos. Lo material y lo discursivo están mutuamente implicados en la dinámica agencial de la intra-actividad del mundo. Para la autora, el realismo agencial permite tomar distancia tanto de las visiones inmediatas y representacionalistas como de la noción de mediación, tan humanista como la otra. En cambio, si vivimos el mundo en su dinámica intra-activa, entonces todos los cuerpos (en tanto fenómenos material-discursivos) importan, en diálogo con Donna Haraway, las condiciones materiales y las prácticas discursivas importan. Los aparatos de producción corporal son humanos y no-humanos en su intra-acción que no es determinada pero tampoco incondicionada.

No asumo que las prácticas requieran acciones intencionales, o mejor dicho, no asumo que la intencionalidad sea una actividad exclusivamente humana, alineada con la voluntad o la subjetividad, por ejemplo, o incluso que los humanos sean el lugar de las interacciones intencionales. Por el contrario, reconceptualizo la intencionalidad como una intra-acción material.

(Barad, 2007: 407. Trad. propia)

La intra-actividad permite un futuro abierto en cada nueva vinculación, en reconfiguraciones donde la agencia no está prefijada, ni alineada con la intencionalidad humana o la subjetividad y tampoco recae en los objetos desde una perspectiva antihumanista. La capacidad de agencia no es un atributo. ‘Las posibilidades particulares de actuar existen en todo momento, y estas posibilidades cambiantes implican la responsabilidad de intervenir en el devenir del mundo, de impugnar y reelaborar lo que importa y lo que está excluido de lo importante.’ (Barad, 2015: 211. Trad. propia)

Frente al empirismo ingenuo y al humanismo racionalista, Barad nos sumerge en la idea de que no hay preexistencia de la materia o de los discursos, de los sujetos o de los objetos, de los humanos o de los no-humanos, de la naturaleza o de la cultura sino una intra-acción de reconfiguraciones dinámicas del mundo con determinadas propiedades y límites locales. En las prácticas tecnocientíficas este posicionamiento nos sitúa como parte del mundo en su continua intra-actividad porque no podemos escindir el ser del saber como si fueran ideales estáticos, sino que somos sabiendo y sabemos siendo en una mutua implicación.

María Puig de la Bellacasa se entrama con Barad aportando una capa en las cuestiones/materias que importan (matters that matter):

La tecnociencia en tanto el mundo donde el conocimiento es inseparable de los mundos materiales, donde el conocimiento está involucrado en hacer que las cosas importen, se concibe aquí lo más literalmente posible: la agencia material-semiótica en la materia de los mundos. Como señala Karen Barad, es a través de agencias y prácticas enredadas de la materia y el significado que los mundos tecnocientíficos “llegan a importar”.

(2017: 17. Trad. Propia)

Es preciso salir del encuadre del conocimiento constreñido a las epistemologías modernas de la representación y también de las mediaciones, que, por ejemplo, ve, en tanto dispositivo óptico, la naturaleza desde lo social, de manera bifurcada. Aquí Puig (2017: 114-115) introduce el aparato de la “visión como tacto” que entrelaza intra-activamente múltiples materialidades en la conformación científica de los fenómenos. No son, en los términos de Barad y Puig, los humanos sujetos de la ciencia los que construyen realidad por medio de un aparato de visión (v.g. un microscopio). En la línea de Bohr: tocar es ser tocado y en la reversibilidad del intra-contacto, de la intra-relacionalidad se desdibujan sujeto y objeto. Como se verá, Puig destaca que la interdependencia involucrada en las cuestiones del cuidado es intrarelacional.

Para Haraway, ‘el realismo agencial y la intraacción de Barad se vuelven sentido común, y quizás también una cuerda salvavidas para caminantes terranos.’ (Haraway, 2019: 64) En Seguir con el problema, Haraway escribe también con Barad combinando interacción con intraacción: inter/intracción se constituye en un elemento central para pensar que ‘Los seres asociados ontológicamente heterogéneos devienen lo que son y quienes son en una configuración del mundo semiótico-material relacional. Naturalezas, culturas, sujetos y objetos no preexisten a sus configuraciones entrelazadas del mundo.’ (Haraway, 2019: 36).

Lucy Suchman se suma al compost e interpreta la propuesta ontológica de Karen Barad como mutua constitución de conceptos y sus objetos en vínculo con el compuesto “material-semiótico” de la propia Haraway. Los aparatos de visualización producen y configuran lo que a priori estaba unido.

Los diferentes “aparatos de observación” permiten cortes sujeto-objeto diferentes, siempre contingentes que, a su vez, permiten la medición u otras formas de objetivación, distinción, manipulación y similares dentro del fenómeno. La relación es “ontológicamente primitiva”, es decir, anterior a sus componentes; estos últimos se producen sólo a través del “corte” efectuado por medio de un aparato particular de observación.

(Suchman, 2007:  267-268. Trad. propia)

De este modo se comprende que las prácticas tecnocientíficas discursivo-materiales puedan ser el espacio tiempo para la emergencia de nuevos sujetos/objetos reconfigurados. La interfase humano-máquina se puede comprender ahora como algo que ocurre contingentemente dentro de prácticas sociomateriales que, al mismo tiempo que producen “personas” y “máquinas”, habilitan determinadas intraacciones sujeto/objeto así como reconfiguraciones y re- ensamblajes sociotécnicos, no prefijados sino en generación conjunta, en las que una ética no normativa pueda surgir.

Artefactos y género: mutualidades responsables

En una dimensión más epistemológica que ontológica, pero asumiendo la ontología relacional presentada, Lucy Suchman y Judy Wajcman se enfocan en la mutua constitución de humanos y máquinas; tecnociencia y sociedad; artefactos y género.

Para Lucy Suchman se trata de comprender esta mutua constitución agencial responsable entre humanos y artefactos en sus relaciones dinámicas, que no forjan entidades ni relaciones fijas entre humanos y artefactos, identificando al mismo tiempo las diferencias y las particularidades que distinguen a los ensamblajes específicos. Las materialidades y las agencias se configuran dinámica y mutuamente en interdependencias que cuestionan la búsqueda de autonomía de humanos y no humanos y comprende en cambio que la dependencia mutua es la condición de posibilidad de toda acción y práctica en el mundo. Propone entonces un giro performativo para nuevos arreglos sociomateriales. Las tecnologías mismas son aparatos sociomateriales en un ensamblaje de prácticas en devenir capaces de reconfigurar lo material y lo discursivo en posibilidades dinámicas no prefijadas. Se trata de

…un giro desde una visión de los objetos y acciones como preestablecida y determinada normativamente en su significación, a una apreciación de la establecida e irreductiblemente relacional constitución de los órdenes materiales y sociales.

(Suchman et.alt., 2002: 175. Trad. propia)

Al producirse y reproducirse ensamblajes diversos en tiempos y espacios distintos, y asumida la intra-acción, en las reconfiguraciones tecnocientíficas son retrabajadas las relaciones a/di/simétricas sujeto/objeto, para unir sin borrar diferencias, ya que, quiere destacar Suchman, personas y artefactos no se constituyen entre sí de la misma manera. Exhorta a que contemos historias capaces de unir a humanos y no humanos, reemplazando los binarismos humano-artefacto, sujeto-objeto, hombre-mujer, sin anular las diferencias históricas y culturales que los constituyen. Se trata de evitar caer en la doble trampa tanto de la agencia humanista como de un posthumanismo descontextualizador y deshistorizante que invisibilice toda diferencia y disimetría en la tecnociencia. Porque es preciso tanto replantear las historias que colocan la autonomía de la agencia en los humanos y dejan a los objetos técnicos en penumbras como aquellas que buscan replicar en las máquinas autómatas esa independencia, invisibilizando otras agencias humanas y no humanas que constituyen los complejos sociotécnicos. Desde una perspectiva crítica, se trata de ampliar la mirada hacia configuraciones históricas, sociales y también biográficas de humanos y artefactos en una red de relaciones mayor para comprender cómo los límites entre humanos y máquinas no se dan naturalmente, sino que se construyen de maneras históricas particulares y con consecuencias sociales y materiales particulares.

Es en este entendimiento de la creación de límites que propondría que el precio de reconocer la agencia de artefactos no tiene por qué ser la negación de la nuestra. Ahora que las agencias de las cosas están bien establecidas, ¿no podríamos sacar al humano de detrás de la cortina, por así decirlo, sin desencanto? Esto requiere, entre otras cosas, que reconozcamos el papel de la cortina.

(Suchman, 2017: 285)

Ya que los modos de representación de los humanos y de las máquinas como entidades ponen en primer plano ciertas agencias y colocan otras fuera del escenario, se busca, en cambio, ampliar los marcos y los cortes de modo responsable. Nuestros compromisos en las prácticas sociomateriales recaen en las intracciones humanoartefactuales y tratan de las responsabilidades que las agencias generan en espacio-tiempos determinados que es preciso evidenciar.

Enfocada en estas prácticas sociomateriales, y en diálogo con Suchman, Judy Wajcman (2006), sostiene la mutua constitución del género y la tecnociencia, desde lo que denomina tecnofeminismo. Buscando apartarse de esencialismos y determinismos, asume que las subjetividades y las tecnologías cambian a ritmo, se co-producen desde una performatividad recíproca. El medio que facilita la relación es material: relaciones sociales de producción y consumo, que Wajcman propone interpelar desde políticas feministas. Los artefactos son parte del tejido social en una trama técnico-social y los cambios tecnológicos así como los sociales son procesos contingentes de mutua producción. Las relaciones de género en una sociedad y los desarrollos tecnológicos están imbricados de tal modo que uno no se modifica sin el otro. ‘El tecnofeminismo concibe la tecnología como una fuente y una consecuencia de las relaciones de género. En otras palabras, las relaciones de género pueden considerarse materializadas en la tecnología, y las identidades y discursos de género como producidos simultáneamente con las tecnologías.’ (Wajcman, 2007: 293. Trad. propia).

Wajcman busca tanto deconstruir el determinismo tecnológico que asume que los desarrollos tecnológicos modifican per se las relaciones sociales como el esencialismo de género, que asume las relaciones de género son estáticas, en lo que llama trampas gemelas. En cambio, el género es dinámico, producto de un proceso relacional y de actos de interpretación. ‘La premisa central de la tecnociencia feminista es que las personas y los artefactos co-evolucionan: la materialidad de la tecnología permite o inhibe el hacer de relaciones de poder de género particulares.’ (Wajcman, 2007: 295. Trad. propia) Los artefactos modifican el género tanto como el género modifica los artefactos desde diseño al uso y viceversa, por lo que la propuesta del tecnofeminismo involucra el análisis y la performance de género en los estudios y las prácticas sociotécnicas tanto como la interpretación de los artefactos y el involucramiento en el diseño de las tecnologías desde los feminismos.

Ensamblajes sociotécnicos: cuestiones de cuidado

¿Cómo un tema sociotécnico se convierte en un asunto de cuidado? En el compost con Suchman, Puig de la Bellacasa recupera su análisis de como un ensamblaje sociotécnico puede reforzar las relaciones a/disimétricas, reemplazando la interdependencia por una supuesta autonomía, desplazando el trabajo humano a alguien invisibilizado y objetivando a los “otros” trabajadores de la red sociotécnica. Pero para Puig no se trata de solo detectar la explotación, la exclusión y la injusticia en la tecnociencia sino de un compromiso con el cuidado de asuntos marginalizados, desde un ethos constructivista ontológico. Si nos adentramos en el cuidado de la tecnología, se preguntan ¿qué mundos están siendo mantenidos y a expensas de qué otros?

La interdependencia entre humanos y artefactos se asume desde un compromiso con las prácticas de cuidado aunadas a las relacionalidades sociotécnicas de las cosas, humanos y no-humanos. Frente a una política centrada en lo humano, se incluyen las cosas en la política porque los objetos son mediadores, traductores, actores y agentes. El mundo es de asuntos enredados y el conocimiento situado es para Puig de la Bellacasa, el centro del cuidado. Pensar con cuidado es pensar en una multitud de relaciones, de interdependencias.

En Matters of care (2017), se posiciona desde una filosofía feminista, constructivista y materialista que apela a políticas del saber que operan en la ruptura de las fronteras entre la naturaleza y la cultura en un rehacer permanente del mundo. Nuestro mundo es un campo para la investigación de redes y ecologías que permitan nuevos ensamblajes desde una ontología política que ponga al cuidado en el centro. Puig de la Bellacasa asume y propone una posición ética de las agencias tecnocientíficas desde las cuestiones de cuidado aunadas a las relacionalidades sociotécnicas de cosas, humanos y no-humanos para no re-objetivar a las cosas y las entidades. Es una visión feminista del cuidado en la política de las cosas que traslada la ética del cuidado a modos de pensar con no-humanos, en tanto política del conocimiento que reconoce que el modo en el que representamos a las cosas tiene efectos en el mundo.

Para Puig el constructivismo tiene que dar un salto de lo “social” a lo “ontológico”, en una búsqueda de nuevas nociones para pensar lo que percibimos como unido, ya que no podemos seguir separando lo social de lo natural. De los matters of fact, en tanto categoría epistemológica moderna pobre que imprime la oposición binaria naturaleza-cultura, Bruno Latour sostiene los matters of concern para las agencias tecnocientíficas más que humanas, incluyendo a las cosas en la política. Frente a una política centrada en lo humano, los objetos son tomados como mediadores, traductores, actores, agentes. Una concepción de la ciencia y la tecnología descentrada de la agencia humana expone relaciones ontológico políticas con los objetos, las cosas, los artefactos, los organismos. Puig de la Bellacasa invita a pensar/actuar desde los matters of care. Con la impronta de Haraway, asume que el conocimiento es situado, ética, política y comprometidamente en un hacer (que no tiene el “concern” de Latour) desde un punto de vista marcado por políticas de género y raza y relacionado con el trabajo feminizado. Retoma así la standpoint theory de Sandra Harding para generar puntos de vista cuidadosos que no son fijos sino que dependen de las configuraciones materiales y nuestra participación en su reconfiguración. El cuidado en las tensiones del trabajo/ afecto/política asume que la interdependencia de humanos y no humanos es el estado ontológico en el que vivimos.  Los puntos de vista comprometidos con el cuidado no se limitan a realizar una crítica del poder y la opresión sino a recrear relaciones a través de esa crítica, con el objetivo de reparar el mundo para que humanos y no humanos puedan vivir en él.

Aquí el cuidado representa trabajos necesarios, pero en su mayoría descartados, de mantenimiento cotidiano de la vida, un compromiso ético-político con las cosas descuidadas y la reformulación afectiva de las relaciones con nuestros objetos. Todas estas dimensiones del cuidado pueden integrar las acciones cotidianas del conocimiento en y sobre la tecnociencia.

(Puig de la Bellacasa, 2017: 66. Trad. propia)

El desplazamiento de la agencia humana, al des-subjetivizar a los seres humanos al tiempo que es capaz de des-objetivar los mundos no humanos (atendiendo a si se trata de artefactos tecnológicos o modos de vida “naturales”), permite comprender la multiplicidad de agencias interrelacionadas en el mundo desde posiciones éticas no normativas pero sí más comprometidas con la complejidad agencial del mundo, en cada configuración humano-no humana particular. Se trata de descentrar la agencia humana sin negar su especificidad y en cambio, atender a los condicionamientos materiales y a las relaciones situadas desde una ética del cuidado. Pensar con cuidado a partir del conocimiento situado en una multitud de relaciones en/con el mundo.

Tecnociencia: relacionalidades situadas respons-hábiles

La recuperación aún es posible, pero sólo en alianzas multiespecies, por encima de las divisiones asesinas de naturaleza, cultura, tecnología y organismo, lenguaje y máquina.

(Haraway, 2019: 182)

Haraway está en todas las capas fertilizando el pensamiento feminista tecnocientífico y las prácticas de una tecnociencia feminista que trabaja en la dimensión semiótico-material de enredos humanos/no humanos situados. En Seguir con el problema, nos exhorta a la respons-habilidad en las prácticas de la tecnociencia, atendiendo a proyectos situados, sus gentes y todo el mundo que viene con ellas. En un mundo semiótico-material relacional es preciso pensar con categorías relacionales situadas tales como: devenir-con de manera recíproca; generar-con (simpoiésis); intra-acción e inter-acción; parentesco; articulación; ensamblaje.

Apostar todavía por proyectos tecnológicos situados, cuidando de no caer en posiciones prometeicas ni fáusticas sino con respons-habilidad: responsabilidad y habilidad de dar respuestas en un mundo mucho más que humano. Devenir- con de manera recíproca. ‘El tema central es habitar con intensidad cuerpos y lugares específicos como medio para cultivar la capacidad de responder a las urgencias del mundo de manera recíproca.’ (Haraway, 2019:28) En tiempos de (re) configurar mundos, no post-humanos sino com-post, multiespecies en Terrápolis.

Tampoco la ‘autopoiesis’ de la cibernética y la teoría de sistemas alcanza para Haraway, porque nada se hace a sí mismo, el devenir es siempre devenir con recíprocamente. La autopoiesis es individualista y neoliberal, ya que asume que puede haber sistemas de unidades individuales, autónomos, autoorganizados y autosuficientes. Se ve entonces confrontada por la idea de ‘simpoiesis’(generar-con), un término que abarca la autopoiesis y la despliega en sistemas históricos complejos situados en los que no hay individuos independientes, sino relacionalidades intra-activas. Al mismo tiempo, el excepcionalismo humano es aquí tan impensable como inútil para pensar con. ´Los bichos –humanos y no humanos-devienen-con mutuamente, se componen y descomponen unos a otros, en cada escala y registro del tiempo y de las cosas, en marañas simpoiéticas, en configuraciones y desconfiguraciones de mundos terrenales ecológicos, evolutivos y del desarrollo.’ (Haraway, 2019:152) Una ontología relacional que demanda un pensamiento y acción sobre los efectos de las mutuas combinaciones humano-bio-tecnológicas en ensamblajes multiespecies en un mundo dañado.

La Historia moderna del progreso del Hombre, la Ciencia y la Tecnología troca en una tecnociencia de historias situadas, de marcas personales, de compromisos con otros seres, de relatos complejos, de entramados enmarañados, de ficciones feministas para contar historias que importan.

Por lo tanto, la tecnociencia indica una modalidad del tiempo-espacio extravagante que excede los pasajes de una historia desnuda o sin marcas. La tecnociencia excede de manera extravagante la distinción entre ciencia y tecnología, naturaleza y sociedad, sujetos y objetos, natural y artefactual, que estructura el tiempo imaginario llamado modernidad.

(Haraway, 2021: 69)

La relacionalidad como “lo más importante del mundo” estaba ya en Testigo_Modesto (2021: 120), escrito hace más de dos décadas atrás por una Haraway congruente con un conocimiento situado, parcial y encarnado para garantía de objetividad en sentido fuerte, capaz de traspasar muros y localizarse en la relación en su dinámica, en la que intraactúan específica e históricamente personas, máquinas y animales y otros no humanos. También en Las promesas de los monstruos (1999) exhorta a repensar los protagonistas implicados en la construcción de las categorías de naturaleza y cultura: ‘Los actores no somos solo “nosotros”. Si el mundo existe para nosotros como “naturaleza”, esto designa un tipo de relación, una proeza de muchos actores, no todos humanos, no todos orgánicos, no todos tecnológicos” (Haraway, 1999: 123) En la tecnociencia, los constructores de mundos somos un conjunto de humanos, máquinas y otros compañeros, porque ni objetos ni cuerpos preexisten aisladamente, sino que son diferenciables, sus fronteras son visibles, aunque dinámicas, a partir de la relación misma. (124-125)

Compost de afinidades articuladas

‘Somos humus, no Homo, no ántropos; somos compost, no posthumanos.’ (Haraway, 2019: 94) en una ‘miríada de entidades-en-ensamblajes intraactivas, que incluyen a más que humanos, alteridades-no-humanas, inhumanos y humanos-como-humus’ (156) que se (re)articulan y se (re)conectan desde (re)localizaciones feministas para proponer otros modos de pensar/actuar la tecnología. Estos feminismos hacen posible otra filosofía de la técnica y la tecnología desde la regeneración vital de los modos de comprender y ser/actuar en el mundo desde otras ideas.

Las afinidades, no la identidad o la identificación, articula de múltiples modos a Karen, Judy, Lucy, Donna y María. Desde teorías que son con prácticas, epistemologías que son con ontologías y éticas que son con políticas, pretendimos tender puentes hacia otros mundos, en los que desde la comprensión de las relaciones, las interdependencias, las mutualidades entre humanos y no humanos, diferentes pero juntxs, seamos capaces de inter/ intra pensar, ser y actuar responsablemente.

Referencias

Barad, K. (2007) Meeting the Universe Halfway. Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning. Durham: Duke Universisty Press.

Barad, K. (2015) “Posthumanist Performativity: Toward an Understanding of How Matter Comes to Matter”, en Materialität denken: Studien zur technologischen Verkörperung – Hybride Artefakte, posthumane Körper, (eds.) C. Bath, Y. Bauer, B. Bock, A. Saupe and J. Weber. (Trans.) Verlag. Bielefeld: 187-216.

Haraway, D. (1999) “Las promesas de los monstruos: Una política regeneradora para otros inapropiados/bles”, Política y Sociedad. No. 30, Madrid: 121-163.

Haraway, D. (2019) Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Buenos Aires: Consonni.

Haraway, D. (2021) Testigo_Modesto @Segundo_Milenio. HombreHembra© _Conoce_ OncoRata®. Buenos Aires: Rara Avis Editorial.

Puig de la Bellacasa, M. (2017) Matters of Care. Speculative Ethics in More than Human Worlds. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Rolnik, S. (2019) Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. CABA: Tinta Limón ediciones.

Stengers, I. (2012) “Reclaiming animism”. e-flux Journal. No. 36, (July).

Suchman L. et al. (2002) “Working artefacts: ethnomethods of the prototype”, British Journal of Sociology. Vol. 53, No. 2 (June): 163–179.

Suchman, L. (2007) Human–Machine Reconfigurations. Plans and Situated Actions. New York: Cambridge University Press.

Wajcman, J. (2006) El tecnofeminismo. Madrid: Ediciones Cátedra.

Wajcman, J. (2007) “From Women and Technology to Gendered Tecnoscience”, Information, Communication & Society.Vol. 10, No. 3 (June): 287–298.